lunes, 26 de noviembre de 2007

Menos ahorro.

La profunda crisis por la que atravesó la economía española a partir de 1992 provocó, en principio, un ajuste de gastos y, más tarde, una acumulación de ahorro, mantenido hasta el año pasado. Así, un sondeo encargado en 1996 por la Fundación Fies, vinculada a las Cajas de Ahorro, revelaba que, a pesar de la recuperación de la actividad económica iniciada ya en 1994, buena parte de las familias españolas mantenía entonces una actitud de prudencia a la hora de gastar.

Según los resultados de esa encuesta, la fuerte moderación del consumo entre las familias españolas obedece, por orden de importancia, al temor de quedarse en paro, a la inseguridad en el trabajo, a la necesidad de ajustarse el cinturón para pagar la vivienda, a los gastos de estudios de los hijos y, en cuarto lugar, a la necesidad de amortizar deudas contraídas con anterioridad.

La tendencia al aumento del consumo obedece, según los analistas, a razones subjetivas (como la mayor confianza en la evolución de la economía) y a datos objetivos, como el aumento de la renta disponible provocado por la sustancial rebaja de los tipos de interés.

Según los datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares, en todo caso, sólo el 24% de las familias españolas declara que puede dedicar dinero al ahorro, mientras que el restante 76% asegura que sus ingresos no le permiten ahorrar, o le permiten hacerlo sólo en una proporción testimonial.

La encuesta, sin embargo, pone de relieve grandes diferencias en la disposición al ahorro en las distintas comunidades autónomas. En Castilla y León, por ejemplo, el 41% de las familias considera que puede dedicar parte de sus ingresos al ahorro. Mientras, en Ceuta o Melilla, esta proporción alcanza sólo al 12%.

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