domingo, 25 de noviembre de 2007

TARGETAS DE CREDITO

El uso de las tarjetas de crédito se ha normalizado de tal modo que parece que al pagar con ellas no caigamos en la cuenta de que hay que devolver ese dinero. Todo comienza para tapar un agujero, pero este se va haciendo más grande.

Después terminamos visitando a las entidades financieras o “brokers”, que te solucionan el problema: juntan la letra del coche, la hipoteca, las tarjetas de crédito y un dinero extra para caprichos en una sola letra, por un módico precio que, al estar incluido también en la letra, casi ni te enteras de la salvaje comisión que aplican.


España se ha convertido en uno de los países más endeudados del mundo, gracias al dinero “fácil” que ofrecen los bancos, a un tipo de interés bajo y un plazo de pago que ha pasado de los 30 años hasta los 40 años para devolver la cantidad solicitada. Con ello, el índice de morosidad se ha disparado hasta los 1,6 millones de españoles que deben dinero a alguna entidad financiera.


Y es que pagar la hipoteca se ha convertido en ardua tarea con los tiempos que corren. Independizarse es misión imposible sin tener una pareja con la que compartir gastos, algo que deja sin sentido el término “independencia”. Aún conviviendo en pareja, y la obligación de que los dos miembros tengan un sueldo estable, no garantiza llegar a final de mes en dignas condiciones. Las parejas más jóvenes tienen que prescindir de alguno de los “nuevos lujos”, como el cine o cenar fuera de casa los fines de semana.


Mientras tanto, los gastos fijos como la luz, el gas y otros, sigue subiendo a un ritmo más elevado que las revisiones anuales de unos sueldos mínimos nada propios de un país europeo en condiciones, muy lejos de Reino Unido, Francia o Alemania.


No sé a donde vamos a ir a parar con unas expectativas tan negras, un futuro laboral tan incierto y una juventud dividida entre los que buscan un lugar de trabajo estable y no lo encuentran a pesar de tener carreras universitarias, y los que directamente no tienen ningún interés en trabajar, siguen viviendo del cuento y cobrando la paga de los padres que, mientras llegue para alcohol y porros, tienen más que suficiente.

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